Mudanza.
Peregrino con calma y precisión cada detalle de nuestras memorias táctiles, sentada al borde de la única cosa que no fue testigo de tu presencia en esta casa: un sillón. Este objeto que no te conoce, pero ha escuchado de ti, me ha visto limpiarme las lágrimas un par de veces y ha sentido el golpeteo de uno, dos, tres, cuerpos tibios que no han sido el tuyo. Me ha visto emigrar de habitación en habitación en busca de refugio, volviendo a juntar los colchones con esperanza, separando de nuevo las sábanas con nostalgia, moviendo asustada los muebles de lugar para sentir que algo cambia, encerrarme en el cuarto más pequeño y oscuro con mis pertenencias queriendo dejarte a ti del otro lado de la puerta, uniendo con temor tus silencios y las voces en mi cabeza, dividiendo el recuerdo en moronas tan pequeñitas hasta el punto en que no me sea posible unirlas en orden, que no me sea posible mirarlas más que como una bola apelmazada de mimos y ausencias, en la que ya no pu...